domingo, 1 de febrero de 2015

Las Sillas de Eugène Ionesco (adaptación)

 Sinopsis


Cortesía Federico Taboada
"Las sillas, considerada la obra maestra de Ionesco, pone en escena a una pareja de ancianos aislados en una torre situada en el interior de una isla. Para justificar retrospectivamente, ante el mundo, una larga existencia de fracasos y humillaciones, han organizado una gran recepción a la que invitaron a gentes imaginarias, personalidades de toda especie, entre las cuales figura el propio Emperador. Sólo un número más y más fabuloso de sillas vacías indicará la invisible presencia de la multitud, visible solamente para los protagonistas de la obra. Pero los dos viejos acaso no sean más reales que la multitud; están allí para expresar el vacío, dándole su indispensable contorno, la densidad presente de su ausencia. Cuando la escena está totalmente obstruida con sillas vacías, al punto que los viejos quedan atascados como bloqueados en un naufragio inmóvil, aparece el Orador. Para los viejos es la señal de la liberación, después de legar al Orador el cuidado de transmitir el gran mensaje destinado a salvar a la humanidad. Se arrojan por la ventana y el Orador queda solitario ante las sillas, con la boca abierta. No salen de ella sino estertores y sonidos guturales; el Orador es sordomudo.
Oponer lo cómico a lo trágico para reunirlos en una síntesis teatral nueva. Estos dos elementos se ponen de relieve mutuamente, se niegan mutuamente, pudiendo constituir, gracias a su oposición, un equilibrio dinámico, una tensión. Acaso no se ha mantenido nunca este equilibrio dinámico con mayor maestría que en Las sillas, donde el dolor y la poesía al desnudo, permanecen sin cesar ofrecidos a las risas de los espectadores. De este análisis parte la puesta en escena donde el juego, con libertad y humor; es la acción desde donde las cosas se enlazan, desenlazan y pasan... Un hombre solo que deambula con desesperación por un espacio que lo contiene, como contiene la cabeza al cerebro. Una existencia que comparte con una mujer que es casi un satélite, que descubre sus falencias, sus fracasos; que necesita creer en él para poder creer en ella misma. Una vida llena de presencias que son ausencias, que corporizan en un juego sin fin para sentir que están vivos. Y el humor grotesco que hace patéticas las figuras en un lugar que les queda pequeño, que los aprisiona, que los oprime y que logran traspasar en un vuelo liberador hacia la nada… Para el Viejo y la Vieja las puertas están cerradas, o quizá se han esfumado con los invitados; se pierden en lo absurdo, lo penoso, lo cómico… Queda la sombra final de partida, Orador incomunicante, fiesta muerta, réquiem de confeti y serpentina, multitud invisible. Pero siempre retornará la empecinada voluntad de un ser humano que busca un sentido a las cosas y quiere darlo a conocer... (Tomado de La Puerta Estrecha)


Gesto, mímica y proxemia

El viejo. Su gestualidad se corresponde a una persona de su edad: está encorvado; tiene un andar lento. Cuando se exalta, pasa de gestos sumisos a impulsivos e infantiles, y utiliza más los brazos. Tiene un leve prognatismo. En cuanto a la proxemia, no se caracteriza por tener mucho movimiento a través del espacio; suele estar en el centro, atento a las sillas. Solo en los dos actos finales está en los extremos del escenario. Cuando da el discurso asume una postura propia de un político; también cuando recita el poema. Asume personajes.


La vieja. Se caracteriza por mantener una posición siempre encorvada, algo lenta, pero no demasiado. Propio de su edad. Le tiemblan un poco las manos y tiene un tic en los ojos. Desde el principio hasta el final la vieja busca permanentemente al viejo, se dirige a él de una forma incluso maternal, como si quisiera convencerlo de algo, pero a la vez agradarlo. Como es la anfitriona de la reunión y señora de la casa, tendrá especial proxemia con las sillas.

La oradora/Muerte. Desarrolla movimientos muy precisos, algo rígidos, nunca son repentinos o sorpresivos. De desplaza por el escenario de forma recta y no muy rápida. Entrelaza las manos a nivel del abdomen o simplemente las mantiene a los lados del cuerpo. Sutilmente, agarra y luego observa el reloj que guinda de su cuello. Demuestra muy pocas expresiones faciales, son sombrías y muy sobrias, nada alegres. Tiene cercanía con algunos personajes en momentos muy específicos, como cuando Madame Arcati un personaje perteneciente a la obra de Inglaterra sostiene una bola de cristal y trata de ver a través de ella. Su mayor momento de cercanía a los personajes se da hacia el final de la última escena, cuando los ancianos descubren que el orador está entre ellos. Casi siempre mantiene contacto visual con el público y fija la mirada en ciertos puntos del espacio, es bastante observador. Algunas veces, hace un gesto de saludo o reverencia.

Todos los elementos anteriores podrían enlazarse a la elegancia y formalidad que debe presentar un orador. Sin embargo, también identifica el otro rol que el personaje desarrolla en nuestra adaptación: simbolizar la Muerte.

El "Orador incomunicante" mencionado en la sinopsis juega un papel importante en la mímica y el gesto. La escena final de la obra muestra a un orador desesperado y frustrado al no poder comunicar oralmente el supuesto mensaje que el viejo le encargó dar, momento cuando finalmente rompe con la rigidez y la monotonía de sus expresiones y movimientos de las escenas previas. Se esmera en hacer señas en lenguaje sordomudo para que el público entienda el mensaje y mueve la mandíbula para emitir sonidos.

 

Musicalización

La propuesta de musicalización para Las Sillas es sencilla. No se interpreta ninguna pieza musical en ningún momento, todo está basado en sonidos, en el silencio (para las escenas que son, más que todo, cuadros. Cuando los personajes se quedan suspendidos brevemente en la representación) y en la forma como hablan los viejos.

Antes de que empiece la representación, cuando se le da acceso a la sala a los espectadores, empieza un sonido de mar, de manera que el público entre escuchando eso. Este sonido continúa hasta unos segundos después de que se vea al viejo montado sobre la silla y asomado a la ventana.





Antes de la llegada de los invitados se escuchan unas barcas en el mar. Con esto se le puede crear al público la expectativa de que, en realidad, lleguen unos personajes que hagan de invitados (se hace lo mismo con el sonido del timbre). Otra vez se repite el sonido que se relaciona con el mar para dar a entender el lugar en donde se desarrollan las acciones.


https://soundcloud.com/francia-7/sonido-barcas






El sonido del orador es un zumbido, es recurrente y no cambia de tono. Este personaje está presente, sigilosamente, en la obra. A pesar de su discreta existencia y ubicación en el escenario, nunca se deja de notar. Representa la muerte para las tres obras, por eso el sonido solapado (al que a veces no le presta atención) y reiterado del zumbido.











Escenografía e iluminación


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Cortesía José Cuéllar


En los tres actos de la adaptación, la iluminación juega un rol fundamental debido a que la luz es un componente más de la situación y mantiene estrecha integración con el diálogo.
 Hay un juego de luces blancas que ilumina a los dos ancianos con el objetivo de crear el aislamiento y soledad en el que viven, también, se pretende dar realce al parlamento de los viejos. Más adelante, se iluminan las sillas donde se sientan los personajes que no existen para el público real, y así reforzar la incomunicación que existe entre los ancianos. Por último, la luz tenue solo pretende expresar el vacío y construir así el ambiente trágico en que se desenvuelve la obra.


Cuando aparece la oradora, la luz blanca recae sobre ella para destacar que su presencia es liberadora para los viejos por su gran tarea, que es anunciar el mensaje del anciano. Una vez que los ancianos salen de escena la luz solo recae en este. 


No hay fondo ni muebles, solo sillas, cuya cantidad va aumentando a medida que llegan los invitados imaginarios. Al principio, el viejo utiliza una silla como taburete para asomarse a una ventana también imaginaria. Se utiliza el centro del escenario como puerta de llegada por donde llegan los invitados a la torre donde los viejos habitan.


Vestuario y maquillaje



El viejo. Bata azul, camisa Ovejita blanca y pantalón de pijama, pantuflas, lentes y medias negras.  Lentes. Se pretende crear una imagen desarreglada y poco combinada.

La vieja. Bata azul, medias negras con puntos, falda de flores azules, cabello recogido y lentes.  Se pretende crear una imagen de dejadez y de olvido que permita  trasladar al público a un ancianato o a un hogar donde lo que menos importa es la  apariencia o  la imagen física.
 
El vestuario de ambos personajes se conecta a través del color azul que  en sus respectivas  batas tienen en común. Era necesario crear esta armonía a pesar de la incomunicación quese ve reflejada entre la pareja a lo largo de la obra.
 
A través del maquillaje de los ancianos se busca destacar arrugas  y marcas en la cara de cada uno de los actores para reflejar la vejez, el cansancio y lo que significa el largo recorrido de la vida.

La oradora/Muerte. Vestido negro con medias negras, cabello suelto, labios rojos y reloj antiguo, plateado. Ojos delineados con lápiz negro y pómulos resaltados con sombras oscuras. Su vestuario busca reflejar elegancia, misterio y cierto toque de feminidad; y a su vez evita que este personaje sea ignorado a lo largo de toda la obra ya que es el encargado de llamar la atención  cuando se acerca la hora final o de partida de cada uno de los demás personajes.





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2 comentarios:

  1. Bellísima toda su propuesta. Lástima que a veces se quede solo en los descriptivo.

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    1. Profe, hicimos un post más o menos corto porque en clase entendimos que debía ser una asignación breve. Sin embargo, vale acotar que, en términos generales, todos los aspectos estéticos y de dirección de la pieza tienen una estrecha relación con el paso del tiempo, la muerte y la frustración, esos mismos conceptos son los que conectaron nuestra obra a otras dos (Inglaterra y Estados Unidos) para fusionarlas en una misma: "Inevitable". Los temas que sirvieron de hilo conductor para las obras hicieron que la propuesta escénica de la nuestra en especifico (Las Sillas) buscara resaltar la sensación de nostalgia, frustración y lejanía que experimentan los viejos, y por ese motivo, la iluminación no es tan cambiante ni colorida, solo busca realzar el espacio vacío que hay entre los personajes y a ellos mismos. El vestuario simplemente ilustra lo abandonados que están y se sienten los ancianos, mientras que la ropa del orador acompaña al misterio y la sigilosa y continua presencia del personaje en la escena por el significado que incluye su desempeño en la historia (el Tiempo y la Muerte). No se incluyó mayor escenografía por la densidad de los diálogos y de la situación que desarrolla la obra, solo hay sillas vacías, siempre están iluminadas y forman parte de todas las escenas.

      La proxemia de los actores se ajusta según los diálogos. La vieja se muestra muy cercana y maternal con respecto al viejo en los momentos cuando el diálogo lo amerita, y en general, lo abraza, se acerca a él ("... No te preocupes carino, ahora soy tu madre"). Su actitud general se corresponde con lo que se menciona en la sinopsis: "... una mujer que es casi un satélite, que descubre sus falencias, sus fracasos; que necesita creer en él para poder creer en ella misma". La mayor separación física y hasta sentimental que sufren los viejos y que marca un gran hito en la historia sucede hacia el final de la última escena, cuando se van alejando hasta quedar en extremos contrarios. De nuevo, se siente la lejanía y lo dramático que resulta la separación de la pareja. Mientras eso está sucediendo, el Tiempo y la Muerte va acercándose al centro, quedando en medio de los viejos, momento cuando finalmente los tres personajes están más cerca que nunca antes. Esa acción produce un cambio brusco en cuanto a la proxemia que se habia visto en escenas anteriores, y también presenta cambios en la reacción y expresión facial del orador.

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